El 5 de Septiembre de 2014 publicó Juan Carlos Laviana, en el periódico El Mundo, un artículo titulado La película de todas las películas, con motivo del reestreno de Cinema Paradiso, edición restaurada. En Cineando también tendremos la oportunidad de ver el próximo viernes esta edición restaurada y remasterizada.
Salvatore (Philippe Noiret) y Totó (Salvatore Cascio), en la cabina de proyección
La película de todas las películas
JUAN
CARLOS LAVIANA
05/09/2014
·
'Cinema Paradiso', el filme de Tornatore, se
reestrena el viernes 5 de Septiembre de 2014 en 100 cines de toda España,
restaurada y en copias digitales para que lo redescubra el público joven.
Se cumplen 25 años del
estreno en España de una película mítica, especialmente para los amantes del
cine. Se trata de 'Cinema Paradiso', de Giuseppe
Tornatore, ya un clásico que se ha convertido en uno de los mayores homenajes del
cine al propio cine. Con tal motivo, A Contracorriente Films reestrena la
película hoy en 100 salas de nuestro país. La distribuidora proporcionará
copias restauradas y digitalizadas. La intención es mostrar a los jóvenes de
hoy un momento crucial del cine, el film que en su momento mostró otra época de
dramático cambio de la forma de ver películas.
Hay, incluso, quien
sostiene (dicen que su director) que 'Cinema Paradiso' es un obituario del
propio cine. Una muestra de cómo se veían y se vivían las películas en los años
40 y 50, en auténticos templos de la fantasía de nombres grandilocuentes.
Cierto es que ya nada fue igual para el cine. A aquella generación es a la que
llega como una flecha afilada 'Cinema Paradiso'. Una generación de pantalón
corto, collejas y orejas encarnadas que vivía para el cine y para imitarlo en
la tediosa vida, reproduciendo diálogos o batallas. Para que el lector se haga
una idea, en el año 56 sólo en Italia
había 17.000 salas.
En España, todavía somos muchos los que
recordamos cuando, ya en los 60, acudíamos los viernes a la estación del tren
para ver los sacos donde llegaban las latas de las películas. Como posesos,
buscábamos y rebuscábamos a la caza de la etiqueta que mostrara el título que
nos iba a hacer soñar ese domingo.
Que vivíamos toda la
semana dedicados al cine paseando ante las salas Colón, Vital o Sindical para
deleitarnos una y mil veces con aquellos maravillosos carteles. Que repasábamos
una y otra vez la sagrada colección de 'affiches' de las
películas, ante los que recordábamos las trama. Que, por supuesto, no nos perdíamos
un 'trailer'. Y que procurábamos sentarnos al lado de la cabina de proyección,
donde se oía la película como con eco y se podía ver la luz mágica desde que
nacía hasta que se convertía en vida sobre la roñosa sábana de la pantalla.
Idealizar
los recuerdos
La historia que cuenta
'Cinema Paradiso' es muy simple. Salvatore, director de cine, regresa por
primera vez a su pueblo para asistir al funeral de su viejo amigo Alfredo,
quien había sido el maquinista (así se decía) del cine durante su infancia. Los
idealizados recuerdos de su infancia, de su primer amor vuelven, siempre con
Alfredo presente. El pequeño Totó disfrutaba viendo con devoción todos los
descartes que el proyeccionista guardaba en secreto. Los fotogramas que el cura
censuraba haciendo sonar una campana cada vez que
aparecía un beso o una caricia.
La de Tornatore forma parte de ese tipo
de películas idolatradas que por sí mismas constituyen casi un género, lo que
se ha dado en llamar "el cine dentro del cine". Devoción que también
comparten críticos y público por títulos como 'La Rosa púrpura de El Cairo'
(Woody Allen, 1985) o 'La noche americana' (François Truffaut, 1973). 'Cinema
Paradiso', ayudada por el Oscar a la mejor película extranjera y por una
crítica entregada, llevó al cine en España a casi un millón de espectadores, lo
que no está mal siendo lo que se llamaba una película "pequeñita",
intimista, no una gran producción.
Estamos ante el título
de una generación muy próxima a la del propio Tornatore, que tenía los 30 años
recién cumplidos cuando la hizo. Conozco a muchas personas que han llorado con
la estrecha relación del niño Totó, el protagonista, con el proyeccionista del Grand Cinema Paradiso, Salvatore (Philippe
Noiret). Varias me lo han confesado esta misma semana al volver a ver la
película una vez más. Pero también conozco a otras tantas, a las que les parece
una "pastelada". Hechas las estadísticas correspondientes, que tanto
gustan a los cinéfilos, puede decirse que provoca amor u odio. Nada intermedio.
Y que la edad, lo que uno ha vivido, influye mucho sobre el efecto que sobre él
provocan las imágenes.
En 'Cinema Paradiso', hay dos
protagonistas: las expresivas caras de los espectadores ante lo que ocurría en
la pantalla y se reflejaba en su rostro, y las propias películas de las que
vamos viendo fragmentos. En su momento, y, después de tantos visionados, nos
retábamos a ver quién reconocía más títulos o actores de los que aparecen en la
pantalla del cine.
Rodolfo Valentino, Gary Cooper, Alida Valli, John Wayne, Spencer Tracy, Totó,
Simone Signoret, James Stewart, Alberto Sordi, Brigitte Bardot, Vittorio de
Sica, Clark Gable, Ingrid Bergman, Charles Chaplin... son sólo unas pocas de
las estrellas que van apareciendo... volvíamos a ver otra vez aquellas
películas míticas.
Cómo no emocionarse
ante aquella cabeza de león -como los antiguos buzones de Correos- por cuya
boca salía la película en dirección a la pantalla. Con los ojos del niño Totó
asomados al ventano de la cabina, viendo las películas para mayores, la
proyección sobre una fachada de la plaza cuando se quema el cine. Y no quiero
decir más, porque ya se empiezan a oír los
compases de Ennio Morricone, la inolvidable música que hace llorar de emoción.
Te sientes identificado ¿eh, Juan Carlos? con tu colección de "affiches", y la ilusión de unos ojos encendidos en la oscuridad de la sala...
ResponderEliminarY discrepo un poco con las estadísticas que menciona tu tocayo Laviana, pues no creo que Cinema Paradiso sólo provoque, sin términos medios, amor u odio... o que sea considerada magnífica o una "pastelada", sin términos medios. Pues no, no creo que la mayoría la puntúen con el sobresaliente o el muy deficiente, sino que muchos la vimos como una pelúcula notable, con una sorpresa en su tramo final muy emocionante. En mi caso -e imagino que en el de muchos otros- la película nos pareció bonita y emocionante, aunque al mismo tiempo notábamos que lo conseguía con una estrategia algo facilona bastante manida un poco "pastelosa", sí. Por otro lado, contra esa teoría del "amor" u "odio" tan radicales con los que no estoy de acuerdo, hay películas como esta cuya valoración cambia bastante con sus visionados: o sea, que te puede emocionar la primera vez, pero en las siguientes ocasiones ya te llega bastante menos (algo que no le ocurre a los "clásicos" de verdad). Y como dice Laviana es también una película que emocionará más a los que vivimos aquel mundo (aunque fuese en sus últimas bocanadas) que a los que no lo vivieron y simplemente les parece una ajena recreación histórica... ¿no?
En fin, que nada de "amor" u "odio", sino que puede haber muchos matices, mucha evolución, y muchos términos medios. Además, uno puede entender más o menos que provoque "amor" entre sus admiradores, pero lo que no consigo entender es que la película no guste nada de nada...
He consultado Filmaffinity y los datos confirman mi opinión y el error de la apreciación de Laviana. Con cerca de ¡ 74.000 votantes ! la inmensa mayoría la puntúa con un 10, un 9 o un 8 (o sea, mucho "amor"); sólo una pequeña parte de tantísimo votante le da un 7, un 6 ó un 5; y una ínfima minoría le da menos de un 5 (o sea, que de "odio" casi nada de nada).
EliminarClaro que me siento identificado, yo me apasioné por el cine a una edad muy temprana. Hace poco me comentaba el amigo Jesús C. que le había fascinado lo que había leído y visto de Fritz Lang, que hasta el momento de la presentación de “Metrópolis” no había tenido conocimiento de la relevancia de tan ilustre cineasta y que quería seguir profundizando en su cine, y me preguntaba algo así como qué desde cuándo conocía yo a Fritz Lang. Yo le contesté que desde los 8 años aproximadamente, pues tenía varios programas de sus películas y me había encantado “La mujer del cuadro”. También me gustaban las lecturas de Julio Verne y si mi memoria no me engaña Cruiff, Rexach y Asensi, pues me regalaron unas postales de la plantilla del Barça. Y por supuesto me siento identificado con el Antoine Doinel de sus primeras correrías en “Los cuatrocientos golpes”, cuando al salir del cine cogía de forma subrepticia una de las fotos de la entrada (no es una confesión, es un sentimiento). He repasado rastros y rastrillos, tiendas de libros de segunda mano, ferias y anticuarios en busca de ese programa de mano especial o affiche o prebook que me acercara de alguna forma a esas maravillosas películas (recordad antes no había internet, ni DVD). Ahora, como comentaba nuestro admirado amigo Alfonso Sánchez, podemos tener nuestra filmoteca en casa, pasando los programas a un segundo término. ¡Nosotros tenemos una, compartida!
EliminarQuizás en esta hora bruja estén aflorando demasiados sentimientos, pero esto es un blog de cine y el cine es un arte y el arte nos lleva a ello. Y ahora me despido cómo lo haría Edward R. Murrows al final de su programa radiofónico “buenas noches y buena suerte”.
¡Qué grande es el Cine... filo, Juan Carlos!
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