‘Cosas que no creeríais’ o un tapiz de memorias cinematográficas compartidas

‘Cosas que no creeríais: una vindicación del cine clásico norteamericano’. José Manuel Benítez Ariza. Publicacions de la Universitat de València. Valencia, 2016. 326 pp.

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José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963) no solo es uno de los poetas señeros de los surgidos a mediados de la década de los 80, sino que su actividad literaria se expanden múltiples facetas que hacen de él, en palabras también de Felipe Benítez, “una de las figuras literarias más sólidas de este tiempo”. Benítez Ariza es, además de profesor, un acreditado articulista, crítico literario, traductor de literatura anglosajona –Henry James, Rudyard Kipling y Conrad  son algunos de los autores que ha vertido de modo solvente al castellano-, ensayista –buena muestra de ello es su monumental monografía sobre la obra de Poe Un sueño dentro de otro. La poesía en arabesco de Edgar Allan Poe–, narrador y autor de un “diario abierto”, que tras haber interrumpido durante el año pasado, después de una década de presencia activa en la Red, ha vuelto recientemente a reemprender para disfrute de lectores adictos.
Su último libro, el ensayo Cosas que no creeríais. Una vindicación del cine clásico norteamericano (Valencia, 2016) es exponente de otra de las facetas del autor: la de crítico cinematográfico. Aunque esta etiqueta habría que matizarla. José Manuel no escribe de cine al arbitrio de la actualidad, aunque tampoco deja de hacerlo (y como prueba de ello me remito a sus reseñas críticas de otro tiempo en Diario de Cádiz y Diario de Sevilla o, más recientemente, a sus aportaciones a CaoCultura); mucho menos escribe al dictado de la presión publicitaria que impone la última novedad en el mercado de la cultura cinematográfica, aunque no deje de reflexionar sobre ello. Como escritor de cine, término que mejor le cuadra a su labor en este terreno, José Manuel Benítez Ariza lleva a cabo una tarea de continua revisión. (“Re/Visiones” es el título bajo el que agrupo sus regulares colaboraciones en CaoCultura).

Buster Keaton.                                   Ilustración de Manuel Martín Morgado.
Esta nueva entrega de Benítez Ariza, publicada por la Universitat de València en su Biblioteca Javier Coy D’Estudis Nord-Americans, es buena prueba de la labor emprendida en sus título sobre cine anteriores, La vida imaginaria (1999) y Me enamore de Kim Novak (2002), labor de  revisión, rescate y exploración de lo que aún permanece vivo en el corpus de los clásicos, pero también, en sus márgenes, donde obras injustamente olvidadas esperan esa mirada crítica que las devuelva al presente.
Cuando José Manuel Benítez Ariza escribe de cine, parece tener en su cabeza toda la historia de este arte ya no tan joven, a punto de cumplir los ciento veinte años de vida. Así, cuando aborda una película, además de apuntar a lo que ésta tiene de único y original en su tentativa de crear, como obra de arte, una “replica intensificada de la realidad”, ramifica su comentario en un entramado de referencias que la enmarca en un momento histórico y en un tramo precisos de la evolución del séptimo de arte, como expresión de una tradición y de un devenir abiertos en los que nos encontramos inmersos.
Benítez Ariza rastrea en su libro las huellas del diálogo que cada película entabla con otros títulos, anteriores y posteriores, e ilumina la existencia de diversas tradiciones y géneros y el trasvase de unos a otros. Un diálogo que también se extiende a otras manifestaciones artísticas como la literatura narrativa, la pintura, la dramaturgia, la música o la fotografía, estrechamente ligadas al cine (Chet Beker, Samuel Beckett, Manolo Carcacol, Jean Cocteau, Salvador Dalí, Arthur Miller, Dashiell Hammet, Julio Camba, Lewis Carroll, etcétera).

Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’.                        Ilustración de Manuel Martín Morgado.
Aunque la agrupación de los distintos apartados de la obra en cinco bloques correspondientes a una secuenciación cronológica, que abarcan desde el cine mudo hasta el de los últimos treinta años, pueda inducirnos a pensar que estamos ante una historia del cine, no es así.
La obra se divide en cinco bloques correspondientes a otros tantos periodos de la historia del cine norteamericano. La primera parte, bajo el título de “La palabra como opción” aborda la obra de Buster Keaton, Laurel y Hardy, Louise Brock, Vidor, Murnau y Kenneth Macpherson. “Un primer clasicismo” dedica capítulos a las primeras talkies (películas habladas), a Casablanca, a las filmografías de Frank Capra, John Ford, Robert Rossen, John Berry, Orson Welles y Julien Duvivier y a géneros que alcanzan algunas de sus más altas cimas en este periodo: la comedia, el melodrama, el cine bélico, el wéstern, el thriller o el melodrama. El tercer bloque temático, “Hacia el nuevo Hollywood”, analiza la obra de una serie de autores “visionarios” que se anticipan al cine que se impondrá una década más tarde (John Huston, Robert Mullligan, Cimino, Sidney Lumet), así como las grandes superproducciones internacionales de David Lean, las figuras de los actores Gregory Peck, Jayne Mansfieid y Marilyn Monroe  o del director Corman, tan influyente en una nueva generación de directores. “La generación de los 70”, alterna el estudio de filmografías que se dieron a conocer en esta década, como las de Scorsese, Coppola, Spielberg, Ealaine May, Joe Sarno o Roman Polanski, con el de géneros como el cine de boxeo o el musical. “Después del cine de autor” es un apartado que se detiene en el cine de nuestros días y en el que el autor hace distintas calas que, como en los anteriores bloques, no agota una materia que se presta a ser ampliada en futuras ediciones: Mad Max, Woody Allen, Bob Fosse, los hermanos Coen, Tim Burton, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, o el cine de catástrofes  tan en boga en el nuevo siglo, el documental o las series en su relación con el cine, y aquí sale a colación Twin Peaks, de David Lynch, o Los Sopranos.
La cronología opera en la obra como principio ordenador, pero este orden está recorrido en todo momento por observaciones que atraviesan transversalmente la historia y ponen en relación, en una especie de presente continuo, películas, directores, equipos artísticos, guionistas, productores, en fin, todos los que intervienen en el séptimo arte en su complejo proceso de creación, a lo que hay sumar las relaciones que derivan de “las líneas de fuerza que aportan los cauces genéricos”.
A diferencia de sus libros anteriores sobre cine, que, como el autor dice en el prólogo, fueron una recopilación de artículos publicados, este se plantea como “un ensayo con una materia acotada”, recorrida o revisionada  de “manera impresionista o sincopada, aunque el corpus que abarca sin ser exhaustivo es amplio y variado”.

Jayne Mansfield.                                             Ilustración de Manuel Martín Morgado.
Cosas que no creeríais (frase sacada de las palabras que el replicante Roy Batty pronuncia poco antes de morir en Blade Runner) es un ejercicio de memoria y se dirige desde su propio título a un lector cómplice. No es casual el uso de esta segunda persona en plural. Responde, creo, al deseo de compartir una pasión que los aficionados a cualquier arte conocen bien. El libro parece atenerse a una definición del “crítico de cine ideal” que el autor formuló hace quince años en Me enamoré de Kim Novak: “A uno le gusta pensar que el buen crítico de cine, más que el gacetillero vidrioso y mal pagado que suele ejercer estos menesteres donde le dejan, es un señor, o señora, que intenta dejar en el papel algo que los aficionados al cine ponen en sus conversaciones, en esos momentos de torneos verbales en los que el recuerdo de una película arrastra al de otra y al de otra, hasta que entre todos los interlocutores han tejido un denso tapiz de memorias cinematográficas compartidas.”
En la estela de grandes escritores que han escrito de cine (Borges, Fernando Quiñones, Azorín, por citar algunos preclaros precedentes), se sitúa la nueva entrega de José Manuel Benítez Ariza, una obra en  la  que el autor aporta la calidad literaria de una prosa segura, precisa y, a la vez, de gran plasticidad a sus vastos conocimientos, y que se presenta como una referencia obligada para los estudiosos del cine con mayúsculas, para cinéfilos y  amantes del cine y la literatura.
No hay que dejar de mencionar las magnificas y sugerentes ilustraciones del pintor Manuel Martín Morgado, cinco aguadas  de nervioso y ágil trazo que encabezan cada una de las cinco sesiones en que la obra se divide, a las que hay que añadir el dibujo de la portada. La colaboración entre José Manuel Benítez y Manuel M. Morgado se remonta a hace más de quince años. No podían faltar como contrapunto visual en un ensayo sobre un arte, como el cine, basado en la imagen.
Imagen de portada: Louise Brooks en una ilustración de Manuel Martín Morgado.

3 comentarios:

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  2. ¡Enhorabuena Pedro!.....magnífica introducción, que precede a una no menos brillante presentación, según me cuenta Juan Carlos Castro, pena no haber podido estar ahí, para cultivar en lo posible mis conocimientos.
    Lo que me queda claro es que ya no olvidaré jamás quién es Jayne Mansfield, Juan Carlos.

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  3. Enhorabuena, sí. La introducción de Juan Carlos y Pedro, la obra de Morgado, y el libro de Benítez Ariza.

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