La película nº 50 de nuestro Cine-Club es la obra maestra de Alfred Hitchcock "Vertigo", producción de 1958. A través del vídeo que aparece a continuación podemos conocer mejor esta película. También incorporo un extracto del libro de François Truffaut "El cine según Hitchcock" donde los dos genios hablan de esta obra.
Tanto el vídeo como el extracto del libro aclaran y descubren aspectos fundamentales de la película, por lo que recomiendo que dejen esta información para después de la proyección. Así no caeremos en los que nuestro amigo Juan Pablo llama "spoiler" (Que significa "descubrir" o destapar el final". Es la descripción de una parte importante de la trama de un programa de televisión, película, libro, etc, antes de que sea exhibido al público).
Se recomienda no leer, hasta después del
visionado de la película.
Fragmento del
libro: El cine según Hitchcock. De François Truffaut. Alianza editorial.
Fançois Truffaut. Vértigo (De entre
los muertos) está basado en una novela de Boileau y Narcejac que se titula
«De entre los muertos» y que fue escrita especialmente para usted, para que a
partir de ella realizara un film.
Alfred Hitchcock. Pero ya era un libro antes de que se compraran los
derechos para mí...
F.T. Sí, pero ese libro fue escrito especialmente para
usted.
A.H. ¿Usted cree? ¿Y si yo no lo hubiese comprado?
F.T. Hubiera sido comprado en Francia debido al éxito de Las
diabólicas. Boileau y Narcejac han escrito cuatro o cinco novelas basadas
en el mismo principio de construcción y, cuando se enteraron de que usted
hubiera querido comprar los derechos de Las diabólicas, se pusieron al
trabajo y escribieron «De entre los muertos», que la Paramount ha comprado en
seguida para usted ¿Qué era lo que le interesaba más en este asunto?
A.H. Lo que me interesaba más eran los esfuerzos que hacía
James Stewart para recrear una mujer, a partir de la imagen de una muerta. Como
usted sabe, hay dos partes en esta historia. La primera parte llega hasta la
muerte de Madeleine, y su caída desde lo alto del campanario, y la segunda
comienza cuando el héroe encuentra a la muchacha morena, Judy, que se parece a
Madeleine. En el libro, al comienzo de la segunda parte, el héroe encuentra a
Judy y la obliga a parecerse más a Madeleine. Sólo al final el lector descubre,
al mismo tiempo que el héroe, que se trataba de una misma mujer. Es una
sorpresa final. En el film, yo he procedido de otra manera. Cuando comienza la
segunda parte, cuando Stewart ha encontrado a la muchacha de cabello castaño,
decidí desvelar en seguida la verdad, pero sólo para el espectador: Judy no es
una muchacha que se parezca a Madeleine, es Madeleine misma. A mi
alrededor, todo el mundo estaba en contra de este cambio, pues pensaban que
esta revelación no debía producirse más que al final de la película. Yo me
imaginé que era un chiquillo sentado en las rodillas de su madre que le cuenta
una historia. Cuando la mamá cesa de contar, el niño pregunta invariablemente:
«Mamá, ¿qué sucede después?» Encontré que en la segunda parte de la novela de
Boileau y Narcejac, cuando el individuo ha encontrado a la muchacha castaña,
ocurre como si no pasara nada después. Con mi solución, el muchachillo sabe que
Madeleine y Judy no son más que una
misma y única mujer y ahora él pregunta a su madre: «Y, entonces, ¿no lo sabe
James Stewart? —No.» Henos aquí de nuevo ante nuestra alternativa
habitual:¿suspense o sorpresa? Ahora, tenemos la misma acción que en el libro;
Stewart, durante cierto tiempo, va a creer que Judy es Madeleine, luego se
resignará a la idea contraria a condición de que Judy acepte parecerse, punto
por punto, a Madeleine. Pero, por su parte, el público posee la información.
Por tanto, hemos creado un suspense fundado en esta interrogación: ¿Cómo
reaccionará James Stewart cuando descubra que ella le ha mentido y que es
efectivamente Madeleine? Este es nuestro pensamiento principal. Añado que
existe en el film un interés adicional, pues se observa la resistencia de Judy
a convertirse de nuevo en Madeleine. En el libro, había una muchacha que no
quería dejarse transformar, eso es todo. En la película, hay una mujer que se
da cuenta de que este hombre la desenmascara poco a poco. Eso en cuanto a la
intriga. Hay otro aspecto que llamaría «sexopsicológico» y es, aquí, la voluntad
que anima a este hombre para recrear una
imagen sexual imposible; para decirlo de manera sencilla, este hombre
quiere acostarse con una muerta; esto es necrofilia.
F.T. Precisamente las escenas que prefiero son aquellas en
las que James Stewart lleva a Judy a la modista para comprarle un traje
idéntico al que llevaba Madeleine, el cuidado con que él le elige los zapatos,
como un maniático...
A.H. Es la situación fundamental del film. Todos los esfuerzos
de James Stewart para recrear la mujer, cinematográficamente son presentados
como si intentara desnudarla en lugar de vestirla. Y la escena que más me
interesa es cuando la muchacha vuelve después de haberse teñido de rubia. James
Stewart no está completamente satisfecho, porque no se ha peinado el cabello
formando un moño. ¿Qué quiere esto decir? Quiere decir que está casi desnuda
ante él, pero todavía se niega a quitarse la braguita. Entonces James Stewart
se muestra suplicante y ella dice: «Está bien, de acuerdo», y vuelve al cuarto de
baño. James Stewart espera. Espera que
ella vuelva desnuda esta vez, dispuesta para el amor.
F.T. No había pensado en eso, pero el primer plano de James
Stewart esperando que salga del cuarto de baño es maravilloso. Tiene casi
lágrimas en los ojos.
A.H. Usted recuerda que, en la primera parte, cuando James
Stewart seguía a Madeleine en el cementerio, los planos de ella la hacían
bastante misteriosa, pues los rodamos a través de filtros de niebla;
conseguíamos así un efecto coloreado de verde por encima del brillo del sol. Más
tarde, cuando Stewart encuentra a Judy, la hice residir en el Empire Hotel de
Post Street porque hay en la fachada de este hotel un anuncio de neón verde, que
parpadea constantemente. Esto me permitió provocar de manera natural, sin
artificio, el mismo efecto de misterio sobre la muchacha, cuando sale del
cuarto de baño; está iluminada por el neón verde, vuelve verdaderamente de
entre los muertos. Luego se encuadra a Stewart que la contempla y de nuevo a la
muchacha, pero esta vez filmada normalmente, pues Stewart ha vuelto a la
realidad. Sea como sea. James Stewart ha sentido durante un momento que Judy
era la misma Madeleine y se siente aturdido hasta que descubre el medallón.
Entonces comprende que han jugado con él.
F.T. Todo ese aspecto erótico del film es apasionante, Pienso
en otra escena hacia el principio, después de que James Stewart repesca a Kim
Novak, que se había arrojado al agua. La volvemos a ver en casa de James
Stewart, acostada desnuda en la cama. Entonces, ella se despierta y eso nos
demuestra que él la ha desnudado, que la ha visto desnuda, y sin que en el
diálogo se haga referencia alguna a ello. El resto de la escena es extraordinario,
cuando Kin Novak se pasea con la bata de Stewart, cuando se ven sus pies
desnudos deslizarse por la alfombra y cuando James Stewart pasa una y otra vez
por detrás de ella... Hay en Vértigo cierta lentitud, un ritmo
contemplativo, que no se encuentra en sus otros films, a menudo construidos
sobre la rapidez, la fulguración.
A.H. Exacto, pero ese ritmo es perfectamente natural, ya
que contamos la historia desde el punto de vista de un hombre que es un
emotivo. ¿Le gustó el efecto de distorsión cuando Stewart mira en la caja de
escalera del campanario? ¿Sabe cómo se hizo?
F.T. Pensé que era un «travelling» hacia atrás combinado con
un efecto de «Zoom» hacia adelante, ¿no es eso?
A.H. Eso es. Ya cuando rodé Rebecca, en la escena
en que Joan Fontaine debe desmayarse, quería mostrar que experimenta una
sensación especial, que todo se aleja de ella antes de su caída. Me acordaba de
que una tarde, en el baile del Chelsea Art, en el «Albert Hall» de Londres, me
había emborrachado de una manera terrible, y había tenido esta sensación: todo
se alejaba de mí. Quise conseguir este efecto en Rebecca, pero fue en
vano, pues he aquí el problema: al permanecer fijo el punto de vista, la perspectiva
debe alejarse. Pensé en ello durante quince años. Cuando volví a pedir este
efecto en Vértigo, solucionamos el problema sirviéndonos de la «Dolly» y
del «Zoom» simultáneamente. Pregunté: «¿Cuánto me costará eso? —Cincuenta mil
dólares—. ¿Por qué? —Porque debemos colocar la cámara en lo alto de la escalera
y construir todo un sistema de andamios para elevar la cámara, mantenerla en el
vacío, establecer un contrapeso, etcétera». Entonces yo dije: «No hay personaje
en esta escena, es un punto de vista. ¿Por qué no construir una caja de
escalera en maqueta, ponerla horizontalmente sobre el suelo y hacer nuestra
toma de vista: «travelling-Zoom», horizontalmente? Esto no costó más que
diecinueve mil dólares.
F.T. ¡Ah, ya, de todas maneras...! Tengo la sensación de
que le gusta mucho Vértigo.
A.H. Me molesta por el fallo que hay en el relato. El hombre,
el marido que ha arrojado el cuerpo de su mujer desde lo alto del campanario,
¿cómo podía saber que James Stewart no iba a subir las escaleras? ¿Porque
padecía de vértigo? ¡Pero no había garantías de que fuese a ocurrir así!
F.T. Es cierto, pero yo creía que se ajustaba
perfectamente a este postulado... El film, creo, no ha sido ni un éxito ni un
fracaso, ¿no?
A.H. Cubrió gastos.
F.T. ¿Para usted es, por tanto, un fracaso?
A.H. Supongo que sí. Usted sabe que una de nuestras debilidades,
cuando algunos de nuestros films no marcha bien, es acusar al servicio de
ventas. Por lo tanto, para respetar la costumbre, critiquemos al servicio de
ventas, diciendo: « ¡Han vendido mal el film!» Ya sabe usted que concebí Vértigo
para Vera Miles. Hicimos ensayos definitivos y todo el vestuario estaba hecho
para ella.
F.T. ¿Fue la «Paramount» quien no la quiso?
A.H. La «Paramount» estaba de acuerdo. Lo que ocurrió fue
así de sencillo: quedó embarazada, poco antes de rodar el papel que la iba a
convertir en una estrella. Luego, perdí el interés por ella, ya no tenía el
mismo ritmo.
F.T. Sé que en muchas entrevistas se ha quejado usted de
Kim Novak, pero, sin embargo, la encuentro perfecta en la película.
Correspondía muy bien al papel, sobre todo a causa de su lado pasivo y bestial.
A.H. La señorita Novak llegó al estudio con la cabeza llena
de ideas que, desgraciadamente, no podía compartir. Nunca me opongo a ningún
actor durante el rodaje, para no mezclar en ello a los eléctricos. Fui a ver a
la señorita Novak a su camerino y le expliqué qué trajes y qué peinados debía
llevar: los que había previsto desde hacía varios meses. Le hice comprender que
la historia de nuestra película me interesaba mucho menos que el efecto final,
visual, del actor en la pantalla en el film acabado.
F.T. Todos estos problemas previos le hacen ser injusto con
el resultado, pues le aseguro que a todo el mundo que admira Vértigo, le
gusta Kim Novak en el film. No se ve todos los días una actriz americana tan carnal
en una pantalla. Cuando la volvemos a encontrar en la calle, en el papel de
Judy, con su cabellera rojiza, resulta muy animal debido al maquillaje y quizás
también porque bajo su jersey no llevaba sujetador...
A.H. En efecto, no lo lleva, y, además, es una cosa de la
que se jacta constantemente.
Vertiginosa espiral de cine magistral, sí...
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